Todo cambia.

Cuando menos te das cuenta,

te empieza a gustar la música a la

que nunca le habías puesto atención,

te empiezas a fijar en cosas a las que nunca

les habías puesto mucha atención.

Como en que el tiempo pasa rápido cuando no estás solo,

que un atardecer es mejor estando acompañado

Empiezas a darte cuenta que en el paraíso también

hay tormentas de vez en cuando y que aunque una

rosa se marchite aún hay tiempo de rescatarla.

Te pones a pensar que aunque las cosas no duren tanto

como lo esperabas, valieron la pena y que si te hicieron

feliz no hay razón para arrepentirte porque notas que

en algún punto fueron exactamente las cosas que querías.

Y en tus horas de insomnio lo único que piensas es en cuan

feliz fuiste o en cuan feliz eres al lado de esa persona que te

pone las mañanas de colores o las tardes de soledad grises.